El Principito vive en un asteroide muy pequeño y un buen día decide viajar para conocer otros planetas. En su recorrido conoce a personajes singulares, hasta que llega a la tierra. Es una historia que destila añoranza por la infancia perdida, por la mirada inocente y limpia de los niños, por la simplicidad de las cosas frente a la codicia y el desmedido instinto de posesión de los adultos. Porque, como aprende el Principito en este viaje, hay que mirar con el corazón, ya que lo esencial es invisible para los ojos.